Las enfermedades del colon-recto son las enfermedades que afectan al colon, recto y ano. Estos trastornos son frecuentes entre la población y pueden comprometer la calidad de vida de quienes los padecen.

Muchas personas, por vergüenza o por falta de información, tienen dificultad para hablar de ello con su médico y para someterse a una visita.

Sin embargo, es importante superar la vergüenza y consultar a un especialista para conocer el problema. Muchos de estos trastornos se pueden resolver con cambios en el estilo de vida o con tratamientos simples y específicos. Pero incluso en los casos más graves, consultar a un especialista cuanto antes permite aumentar la eficacia de cualquier intervención o terapia.

Las hemorroides son estructuras anatómicas normales presentes en cada uno de nosotros y localizadas cerca del canal anal.

El plexo hemorroidal es el conjunto de almohadillas formadas por los vasos sanguíneos de las hemorroides. Las almohadillas hemorroidales están formadas por una densa red de vasos sanguíneos dotados de válvulas que al abrirse y cerrarse determinan la dilatación o distensión.

Las hemorroides favorecen la continencia, en particular de las heces líquidas y los gases, ya que al dilatarse por efecto del flujo sanguíneo contribuyendo al cierre del ano.

Las hemorroides pueden ser internas o externas:

Las hemorroides internas son las almohadillas situadas encima de la «línea dentada», la zona que marca el margen superior del canal anal. La línea dentada también se llama «línea del dolor» porque debajo de esta zona percibimos estímulos dolorosos.

Las hemorroides externas son las almohadillas hemorroidales situadas debajo de la «linea dentada». Las hemorroides externas están cubiertas de anodermo, una capa de piel muy sensible que también cubre la pared externa del ano.


La enfermedad hemorroidal es una de las enfermedades proctológicas más comunes en los países occidentales.

Los principales sintomas de la enfermedad hemorroidal son:

  • Sangrado: las hemorroides sangrantes son más sensibles
  • Prolapso Hemorroidal: las hemorroides aumentan de volumen y prolapsan
  • Trombosis Hemorroidal: se forma un coágulo de sangre en el interior de las almohadillas hemorroidales que adquiere un color rojo azulado.

Dependiendo de la gravedad de la patología, podemos distinguir entre hemorroides de grado I, II, III y IV.


La clasificación de las hemorroides se basa en los sintomas y es importante para la elección del tratamiento más adecuado.

  • GRADO I: hemorroides visibles con anoscopia que pueden sobresalir bajo esfuerzo, aunque no prolapsen.
  • GRADO II: prolapso visible en el margen anal bajo esfuerzo que se reduce espontáneamente al final de este.
  • GRADO III: prolapso persistente de la mucosa fuera del canal anal que puede reducirse manualmente.
  • GRADO IV: prolapso permanente de la mucosa fuera del canal anal que no puede reducirse manualmente.

Los síntomas más comunes de las hemorroides son sangrado, dolor, picor anal y prolapso.

  • Sangrado
    Con la enfermedad hemorroidal, las almohadillas hemorroidales son más sensibles a los traumas y sangran más fácilmente. Las hemorroides sangrantes son uno de los principales síntomas de la enfermedad y uno de los aspectos que más alarma a quienes la padecen.
    En los casos menos graves, el sangrado de color rojo intenso en el papel higiénico o en las heces es leve y poco frecuente. Por el contrario, en casos avanzados el sangrado hemorroidal puede ser constante. Las pérdidas de sangre se producen sobre todo en presencia de hemorroides internas.
  • Dolor
    Otro sintoma frecuente es el dolor, a menudo presente tanto en las hemorroides internas como externas. Normalmente, las hemorroides internas se asocian con dolor solo cuando su volumen aumenta tanto que causan una inflamación significativa del ano. En estos casos, el dolor, o el empeoramiento de este, se siente en el momento de la defecación.
  • Picor anal
    Si el dolor es un sintoma más frecuente en las hemorroides externas, el picor anal a menudo se relaciona con las hemorroides internas. Las hemorroides internas tienden a secretar moco, lo que causa irritación y picor en la zona anal.
  • Prolapso
    La hinchazón de una o más almohadillas hemorroidales, con la distensión simultánea del tejido de soporte, hace que las hemorroides sobresalgan del canal anal durante la defecación (prolapso hemorroidal). El prolapso puede reducirse espontáneamente, requerir reducción manual o ser no reducible dependiendo de la gravedad de la enfermedad.
    De la gravedad del prolapso depende en gran parte la elección del tratamiento más adecuado. Por lo tanto, la evaluación del prolapso mediante una visita proctológica es fundamental.

La teoría vascular es una de las explicaciones más acreditadas de las causas de las hemorroides.

Según la teoría vascular, las hemorroides son varices causadas por la alteración del flujo sanguíneo. El aumento del flujo arterial y la disminución del flujo venoso causan inflamación de las hemorroides. En los casos más graves, la congestión de las hemorroides puede llevar al prolapso hemorroidal.

También hay una serie de factores que pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad hemorroidal, incluyendo:

  • factores hereditarios
  • factores ambientales (p. ej., dieta baja en fibra, estilo de vida sedentario)
  • embarazo
  • obesidad
  • estreñimiento

Las fisuras anales son lesiones pequeñas y profundas que se forman en la mucosa del canal anal. Las fisuras anales pueden desarrollarse a cualquier edad, pero son comunes entre los 20 y 30 años.

Sin embargo, los niños también pueden desarrollar fisuras anales. Las fisuras anales en niños suelen causarse por deshidratación, que en los adultos es solo una concausa del problema. Incluso con más frecuencia que en adultos, el dolor agudo hace que el niño retenga heces que tienden a endurecerse, agravando el problema.

Las fisuras anales pueden ser agudas o crónicas:

Las fisuras anales agudas son fisuras de reciente aparición, con bordes lisos y fondo rosado. Las fisuras son muy dolorosas.

Las fisuras anales crónicas son fisuras anales presentes por más de 6 semanas que no se han curado del todo. Estas fisuras pueden tener bordes en relieve y blanquecinos por la formación de tejido fibroso.


Los síntomas más comunes de las fisuras anales son dolor, hipertonia del esfinter, sangrado y cambios en la función intestinal:

  • Dolor
    Las fisuras anales internas a menudo se asocian con dolor. El dolor causado por las fisuras anales es intenso y agudo. El dolor puede manifestarse en el momento de la defecación y continuar algunas horas después de la evacuación de las heces
  • Hipertonía Anal
    El dolor puede causar hipertonia del esfinter anal, es decir, una contracción del músculo del esfinter como reacción a la exposición de la lesión. La contracción del esfinter reduce el flujo de sangre a la lesión, retrasando la curación y favoreciendo el cronicismo de la fisura anal
  • Sangrado
    En presencia de fisuras anales es frecuente observar pérdidas de sangre de color rojo intenso durante la evacuación
  • Cambios en la función intestinal
    Para algunas personas, el dolor durante la defecación es tan intenso que tienen miedo de evacuar. Sin embargo, retrasar la evacuación favorece la aparición de estreñimiento que agrava el problema.

En presencia de estos sintomas es importante someterse lo antes posible a una visita proctológica. Solo el especialista podrá identificar el tratamiento más indicado para nuestro caso.


Las fisuras anales suelen aparecer después de un microtraumatismo en la zona anal. EΙ microtraumatismo puede deberse a causas físicas, como heces sólidas demasiado duras y voluminosas, o a causas químicas, como diarrea y heces líquidas.

El dolor causado por la fisura anal provoca una contracción del esfinter anal, el músculo que controla la continencia y la liberación de las heces (hipertonía anal). La hipertonía del esfinter reduce el flujo sanguíneo a la lesión y dificulta su cicatrización. Este círculo vicioso lleva a un empeoramiento del problema y promueve el cronicismo de la lesión (fisura anal crónica).

El término incontinencia fecal indica la dificultad de controlar la salida de heces sólidas, heces liquidas o gases intestinales.

La incontinencia anal es un trastorno muy común, especialmente entre los adultos. Según los datos indicados en la literatura, el problema afecta a cerca del 2% de los adultos en general y cerca del 7% de los adultos sanos mayores de 65 años (Kamm MA., Fecal Incontinence, BMJ 1998 Feb 14; 316 [7130]: 528-32).

Sin embargo, los que la padecen a menudo ocultan el problema y ni siquiera hablan con su médico al respecto por vergüenza. Por esta razón, la difusión real del trastorno probablemente es mucho mayor.
La incontinencia fecal tiene efectos graves en la calidad de vida. Quienes la padecen tienden a limitar sus actividades fuera de casa y sus relaciones interpersonales, y a perder la autoestima y la confianza en si mismas.

Por lo tanto, es importante superar la vergüenza y consultar al médico, que podrá recomendarle centros especializados para el tratamiento de esta enfermedad.

La visita proctológica es fundamental para un diagnóstico correcto, ya que las características y la frecuencia de las pérdidas identifican distintos niveles de gravedad de la enfermedad.

La visita proctológica es fundamental para un diagnóstico correcto, ya que las características y la frecuencia de las pérdidas identifican distintos niveles de gravedad de la enfermedad.

En primer lugar, es necesario distinguir entre incontinencia por urgencia o activa, incontinencia pasiva, incontinencia por esfuerzo e incontinencia obstructiva:

  • Incontinencia por urgencia o activa:
    estímulo para defecar repentino e intenso, que a menudo no deja tiempo para llegar al baño. La incontinencia por urgencia está causada por la incapacidad para contraer adecuadamente los esfinteres cuando se percibe el paso de las heces. La incontinencia activa a menudo está causada por daños del esfinter anal externo (músculo voluntario).
  • Incontinencia pasiva:
    dificultad para percibir el estímulo para defecar y la consiguiente pérdida de heces. A menudo el paciente solo nota las pérdidas fecales cuando entran en contacto con la piel alrededor del ano. La incontinencia pasiva suele estar causada por daños del esfinter anal interno (músculo involuntario).
  • Incontinencia por esfuerzo
    ocurre al estornudar, toser o al hacer un esfuerzo físico intenso. La incontinencia por esfuerzo se debe a un aumento brusco e intenso de la presión abdominal, que no va acompañado de una adecuada contrapresión anal.
  • Incontinencia por regurgitación o obstructiva
    incontinencia causada por una obstrucción del colon. La obstrucción se debe a heces bloqueadas que dificultan el paso de otro material fecal. Por eso, las heces solo pueden evacuarse en forma liquida, con pérdidas difíciles de controlar.

A continuación, hay que distinguir entre incontinencia fecal menor e incontinencia fecal mayor según las características, la consistencia y la frecuencia de las pérdidas fecales:

  • Incontinencia fecal menor:
    se manifiesta como manchado fecal (soiling) y pérdida de gases intestinales. Según la Sociedad Italiana de Cirugía Colorrectal, el término soiling identifica pérdidas no advertidas o incontrolables de pequeñas cantidades de moco, heces u otras secreciones anales o perianales.
    La incontinencia fecal menor, a menudo subestimada, puede causar problemas de higiene como picor, dermatitis e infecciones del aparato urinario y genital. La incontinencia fecal menor también puede ser la primera etapa de formas más graves de incontinencia.
  • Incontinencia fecal mayor:
    se manifiesta con pérdidas consistentes de heces líquidas y sólidas. La incontinencia fecal mayor se asocia a un estadio más avanzado de la enfermedad.

Los diferentes tipos de incontinencia fecal se asocian con distintos sintomas.

Solo una evaluación precisa de los sintomas por parte del especialista durante la visita proctológica permite identificar el tipo de incontinencia y el tratamiento más indicado.

Los sintomas más comunes de incontinencia fecal son:

  • pérdida involuntaria de heces sólidas, heces líquidas, moco y gases intestinales
  • falta de percepción del estímulo para evacuar o percepción del estímulo para evacuar con incapacidad para retener las heces o gases y posponer la evacuación
  • hinchazón abdominal

La continencia de las heces es el resultado de una compleja sinergia entre diferentes factores e implica:

  • músculo del esfínter anal interno: músculo liso que se relaja involuntariamente cuando siente la presión de heces o gases en la ampolla rectal
  • músculo del esfínter anal externo: músculo estriado que se relaja por un estimulo
  • músculo elevador del ano: sostiene la actividad de los esfinteres anales
  • musculatura del suelo pélvico: soporta la actividad de los esfinteres anales
  • canal anorrectal: zona con numerosas terminaciones nerviosas que ayudan a percibir el estímulo fecal y a controlar la salida de heces y gases
  • consistencia de las heces
  • funciones neurológicas
  • hemorroides: contribuyen a la continencia, en particular de heces liquidas y gases. Cuando se dilatan, las hemorroides facilitan el cierre del ano y, por lo tanto, la capacidad de retener las heces. Por otro lado, el flujo de sangre dentro de estas y la consiguiente reducción de su volumen, facilita la evacuación de las heces al exterior.

Las enfermedades o lesiones que alteran el funcionamiento de uno o más de estos factores pueden provocar la aparición de incontinencia fecal. De hecho, entre las causas más frecuentes de incontinencia fecal se encuentran:

  • debilidad o lesiones de los esfinteres
  • lesión de los nervios de la zona anorrectal
  • pérdida de elasticidad del recto
  • disfunciones del suelo pélvico
  • enfermedades neurológicas y trastornos cognitivos
  • patología hemorroidal
  • prolapso rectal
  • estreñimiento o diarrea
  • edad avanzada

La incontinencia fecal afecta tanto a hombres como a mujeres. En ambos sexos, la edad avanzada provoca el debilitamiento y la pérdida de elasticidad de las estructuras anatómicas implicadas en el mecanismo de continencia.

En mujeres jóvenes, una de las causas más frecuentes de incontinencia fecal se debe a lesiones obstétricas o cambios en el suelo pélvico después del parto.

En hombres jóvenes, la incontinencia fecal puede ocurrir tras intervenciones quirúrgicas en la zona anorrectal.

Debido a la multiplicidad y complejidad de las posibles causas, la visita especializada se asocia a menudo a exámenes instrumentales como la manometría anorrectal.


A los síntomas más frecuentes e invalidantes se asocian algunas complicaciones que agravan el malestar del paciente:

  • complicaciones psicológicas, como ansiedad, estrés y depresión. Quienes sufren de incontinencia suelen vivir con miedo a pérdidas involuntarias en las situaciones menos indicadas, como una reunión de trabajo o en momentos de intimidad con su pareja
  • dermatitis, e irritaciones cutáneas
  • Ilagas por decúbito: la maceración de la piel alrededor del ano y las llagas por decúbito son algunas de las posibles complicaciones de los casos más graves de incontinencia fecal
  • infecciones del aparato urinario
  • picor y ardor anal y genital

El tratamiento electroquirúrgico de lesiones neoplásicas intraepiteliales anales consiste en la eliminación de lesiones mediante ablación, coagulación o fulguración.

La electroablación, o ablación electrotérmica, es un procedimiento quirúrgico que permite eliminar condilomas anales y otras lesiones anales intraepiteliales por medio de finos bisturís electroquirúrgicos o agujas quirúrgicas de bajo voltaje. El tratamiento está destinado a eliminar

La electrocoagulación, o coagulación electrotérmica, permite coagular y cerrar térmicamente los vasos sanguineos conectados a las lesiones anales con pequeñas puntas electroquirúrgicas. La finalidad del tratamiento es eliminar o reducir el flujo sanguineo en la lesión anal.

La electrofulguración, o fulguración electrotérmica, permite fulgurar y cerrar térmicamente los vasos sanguineos conectados a las lesiones anales con puntas electroquirúrgicas específicas. La finalidad del tratamiento es eliminar o reducir el flujo sanguíneo en la lesión anal. Este procedimiento se utiliza normalmente para la hemostasia de áreas más amplias.


Gracias a las recientes innovaciones tecnológicas en el campo de la proctología, la eliminación electrotérmica de lesiones anales puede realizarse ahora durante la anoscopia de alta resolución mediante módulos electroquirúrgicos especiales que pueden usarse con distintas puntas.

La anoscopia de alta resolución (HRA) permite la identificación precisa de las lesiones, mientras que la unidad electroquirúrgica, en combinación con distintos tipos de puntas, permite eliminar o reducir las lesiones mediante electroablación, electrofulguración o electrocoagulación.


Si la eliminación se realiza por ablación, se requiere aspiración en la punta del electrobisturi para evitar la posible contaminación por aspiración de humos. De hecho, numerosas evidencias clínicas documentan efectos sobre la salud debidos a la exposición a humos producidos durante procedimientos de ablación.

Actualmente, los kits electroquirúrgicos suelen combinarse con sistemas de aspiración de humos compactos y ligeros que evitan los peligros de los humos quirúrgicos tanto en el quirófano como en el entorno ambulatorio. La última generación de sistemas de evacuación de humos permite eliminar tanto gases como fluidos corporales.

La visita proctológica es fundamental en presencia de síntomas relacionados con problemas intestinales.

Muchas personas se asustan con solo pensar en una visita al proctólogo y tienden a posponerla. Vergüenza, miedo y desinformación pueden hacer que se descuiden los síntomas de patologías a veces muy graves. Además, las enfermedades fácilmente tratables pueden empeorar y volverse crónicas si no se tratan.

Por lo tanto, quien padece trastornos proctológicos debe consultar a un especialista lo antes posible.


La preparación para la visita proctológica es muy simple.

El examen proctológico consiste en la inspección del canal anorrectal, que debe estar lo más limpio posible. Por eso, se puede pedir al paciente que se someta a un enema el día antes del examen y unas 2 horas antes de la visita.

El enema elimina los residuos fecales del canal anorrectal y permite verlo correctamente. Los enemas se venden en viales listos para el uso en todas las farmacias o parafarmacias.


La visita proctológica permite diagnosticar diversos trastornos de la zona anorrectal.

La visita se divide en varias fases y no es dolorosa. Cuanto más relajado esté el paciente, menos molestias sentirá. Si el paciente está relajado, también será más fácil para el médico inspeccionar la zona y hacer un diagnóstico preciso.

En caso de problemas que puedan dificultar la continuación, por ejemplo en presencia de fisura aguda y dolorosa, el médico solo podrá realizar algunas fases de la visita. La exploración rectal se puede realizar en una fecha posterior, una vez que los síntomas se hayan resuelto.

Por lo tanto, invitamos a afrontar la visita al proctólogo con calma y sin miedo.

En concreto, las 5 fases de la visita proctológica son:

Antes de iniciar la vista en sí, el médico realiza el historial médico con una entrevista en profundidad con el paciente.
Durante esta fase, el especialista pregunta al paciente:

  • la descripción de los sintomas y los trastornos que padece
  • cuándo aparecieron los síntomas y con qué frecuencia se producen
  • posibles factores hereditarios para problemas anorrectales
  • información sobre posibles terapias o intervenciones quirúrgicas previas para su problema

el especialista observa la zona perianal para identificar cualquier problema visible externamente.

El especialista pide al paciente que se tumbe en la camilla, normalmente en la llamada posición de Sims. La posición de Sims consiste en que el paciente se gire sobre su lado izquierdo, doble las piernas sobre el abdomen y lleve los glúteos al borde de la camilla. El médico realiza una primera inspección no invasiva e identifica los problemas visibles en la piel externa. Tras la fase de observación y en función de los síntomas del paciente, el especialista evalúa si es posible proceder con las fases siguientes.

el especialista coloca un dedo sobre la zona perianal para comprobar su consistencia al tacto e identificar cualquier anomalia.
Durante la observación y la palpación, el médico puede detectar problemas, como fisuras y hemorroides inflamadas, que pueden dificultar la continuación de la visita. En estos casos, el especialista suspenderá la inspección y la pospondrá para una etapa posterior.

en esta fase, el médico introduce suavemente un dedo bien lubricado en el orificio anal. De este modo puede evaluar mejor cualquier patología y la capacidad de contraer y relajar los músculos del esfínter. Para ello, el médico puede pedir al paciente que contraiga la zona anorrectal como si estuviera evacuando.

En caso de sintomas relacionados con problemas de los esfinteres, el especialista puede requerir otras pruebas, como manometria anorrectal y ecografía transanal.

la última fase de la visita puede consistir en la inspección del canal anorrectal con la ayuda de un anoscopio y un rectoscopio.

Con estos instrumentos, el proctólogo puede inspeccionar el canal anal (anoscopia) y la parte baja del recto (rectoscopia). En esta fase, el especialista también puede realizar biopsias o pequeños tratamientos ambulatorios.

Gracias a la anoscopia es posible comprobar la presencia de hemorroides internas y el estadio de la enfermedad. La rectoscopia permite comprobar la presencia de tumores del recto inferior.

Para el diagnóstico de lesiones precancerosas del ano y de la parte inferior del recto también se dispone de un examen llamado Anoscopia de Alta Resolución (HRA). Este examen permite ver con precisión las lesiones y realizar posibles biopsias.